¿Has sentido alguna vez la tentación de comprar algo aunque supieras que no era necesario?, ¿te pueden los impulsos de comer bollos y dulces a pesar de que sabes que no deberías hacerlo?, ¿te consideras una persona con buen autocontrol o te dejas llevar por el momento y la felicidad instantánea? En este revelador artículo descubrirás qué te hace estar motivado, por qué debes perseguir tus sueños y cómo puedes mantener tu propio autocontrol.
La mayor parte del artículo proviene de un libro que he leído recientemente llamado “Autocontrol”. La autora del libro, psicóloga y profesora de la Universidad de Stanford, Kelly McGonigall, ha realizado profundos estudios sobre el autocontrol basándose en la ciencia de la psicología, la economía, la neurociencia y la medicina.
Gracias a sus más recientes investigaciones, ha descubierto la mejor manera para abandonar hábitos perjudiciales y adoptar unos más favorables, vencer la procrastinación, ser más consciente de lo que hacemos y lidiar mejor con el estrés.
¿Dan La Felicidad Nuestros Deseos?
En un gran número de ocasiones parece que las cosas que deseamos nos van a arreglar la vida o van a resolver todos nuestros problemas. Todo aquello que es objeto de nuestro deseo, es objeto también de nuestro anhelo por conseguir la felicidad o alcanzar la plenitud máxima.

Por tanto, el razonamiento de que “cuando consiga ese trabajo, esa pareja, esa casa, ese coche, ese ascenso… seré al fin feliz” puede que sea una verdad a medias.
¿Quieres saber la otra media verdad?
La respuesta está en la ciencia. En 1953, dos jóvenes científicos de la Universidad McGill de Montreal, James Olds y Peter Milner, realizaron un descubrimiento fascinante mientras investigaban con una rata.
Se dieron cuenta que la rata estaba muy agradecida y satisfecha de recibir impulsos electromagnéticos en una parte de su cerebro a través de electrodos. Aunque ese no era el objetivo de su investigación, Olds y Milner habían descubierto el centro de placer del cerebro.
De hecho, era tal la satisfacción que sentía a recibir estas descargas que preferían dejar de comer antes que dejar escapar esas gloriosas inyecciones electromagnéticas en su cerebro. Esto era así incluso cuando la rata llevaba 24 horas en ayunas.
Algunas ratas llegaban al extremo de torturarse así mismas para alcanzar esa estimulación cerebral.
Puede que te cuestiones la inteligencia de las ratas y la simpleza de sus mecanismos cerebrales. Sin embargo, este experimento de estimulación cerebral también se llevó a cabo con seres humanos y los resultados son, cuanto menos, llamativos.
Robert Heath, de la Universidad Tulane, implantó electrodos en el cerebro de un grupo de personas y les ofreció un mecanismo que les permitía estimular su centro de placer a su antojo. Los pacientes tendían a estimularse con descargas eléctricas unas 40 veces por minuto.

De forma similar al caso de las ratas, los sujetos de la investigación también preferían ayunar antes que cesar o parar la estimulación cerebral.
Cabe decir que el propósito de la investigación era desarrollar nuevas terapias para solventar trastornos mentales. No crear yonkis de los electrodos y las corrientes electromagnéticas cerebrales (que es lo que aparentemente sucedió).
El ratio de auto estimulación permanente junto con la ansiedad que les provocaba pensar que podían cortarles la corriente, daba a entender que lo que sentían los pacientes no era verdadera satisfacción sino otra cosa.
Olds y Milder habían descubierto el sistema motivacional más primitivo del cerebro. Aquel capaz de empujarnos a la acción y al consumo, también conocido como sistema de recompensa.
Cada estimulación animaba a las ratas a buscar más estimulación pero la estimulación en sí misma nunca les producía satisfacción. Esto les incitaba a estar continuamente buscando más y más estimulación, es como una carrera donde el premio parece estar siempre un poco más adelante.
¿Te suena familiar esta situación?, ¿hay algo que tú también persigas continuamente?
Diseccionando Tu Autocontrol
En el instante en el que cerebro identifica una oportunidad de recompensa segrega un neurotransmisor denominado dopamina. La dopamina por sí misma no genera felicidad sino una gran excitación.

La dopamina nos despierta, nos pone alerta y nos motiva. Nos hace sentirnos de maravilla y nos aporta energías y fuerzas extraordinarias para esforzarnos al máximo con el objetivo de lograr algo que deseemos conseguir.
En 2001, Brian Knutson (un neurocientífico de Stanford), estudió la importancia de la dopamina a la hora de anticipar una recompensa. Para ello, tuvo como referencia las famosas investigaciones de Pavlov y sus perros.
Gracias a sus estudios, llegó a la conclusión de que el cerebro también saliva a su propia manera cuando espera una recompensa. Además, determinó que la respuesta que ofrece el cerebro a la anticipación de la recompensa es diferente a la que obtiene cuando recibe esa recompensa.
Con todo ello, lo que se quiere decir es que cualquier cosa que creamos que nos va hacer sentir bien activa el sistema de recompensa -anticipación- que da lugar a una exaltación de dopamina que nos incita a la acción para lograr esa felicidad posterior.
En cuanto a la dopamina hace que algo te llama la atención, la mente se obsesiona por conseguir o repetir cualquier cosa que la haya activado. Este mecanismo de la naturaleza pretende asegurarse de que vas a sobrevivir dándote fuerza y energía para que muevas el culo, recojas bayas, caces o pongas suficiente entusiasmo y energía en seducir a una posible pareja.
A la evolución le importa poco nuestra felicidad pero utiliza la promesa de alcanzarla para que sigamos esforzándonos en mantenernos vivos. Por tanto, la promesa de la felicidad es la estrategia que el cerebro emplea para que sigas cazando, recolectando, trabajando y cortejando.
Los Peligros Del Deseo
Hoy en día, la dopamina y las ansias por satisfacer nuestras necesidades pueden reportarnos serios problemas.

Uno de ellos puede ser la obesidad derivada del deseo de atiborrarnos a comida, especialmente aquella rica en grasa y azúcares. Lo mismo nos puede pasar si perseguimos constantemente deseo sexual. Puedes terminar siendo adicto a las páginas para adultos o cosas similares.
La tecnología es una fuente de placer liberadora de dopamina sorprendente puesto que nos ofrece gratificación instantánea mientras le damos a las teclas o pinchamos fácilmente en el siguiente enlace.
Por ello, somos consumidores obsesivos de los artilugios electrónicos. Para el cerebro, hay pocas cosas tan adictivas como la tecnología. De esta forma, volvemos constantemente a navegar por Internet buscando interminablemente nuevas y excitantes emociones con la esperanza de encontrar la escurridiza recompensa que nos satisfaga plenamente.
Misión Imposible.
Casualmente, los móviles, Internet y los medios de comunicación sociales han sacudido nuestro sistema de recompensa. Se podría decir que las nuevas tecnologías son las placenteras descargas eléctricas que generaban adicción en las ratas de Olds y Milder o en los pacientes de Heath.
Sí, imagino que tú también te acabas de dar cuenta. Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías son la droga del siglo XXI.

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La Encarnizada Lucha Por Lograrlo
La dopamina consigue avivar nuestra parte más arriesgada, impulsiva y descontrolada cuando nos proponemos conseguir algo para lograr una recompensa.
Lo más destacado y gracioso de todo es que aunque la recompensa nunca llegue, la promesa de alcanzarla junto con la creciente sensación de ansiedad que surge al pensar en perderla, nos mantenemos enganchados en su búsqueda incesante.
Cuando una promesa de recompensa te hace segregar dopamina, también te hace más vulnerable a otras tentaciones.

Cuanto más alto sea el nivel de dopamina que te genera una recompensa inmediata, más atractiva será esa actividad/producto y menos nos preocuparemos por las consecuencias a largo plazo.
Esta estrategia de generación dopamina para obtener una suculenta recompensa es muy utilizada por los supermercados. Suelen colocarte los productos más tentadores en las posiciones más ventajosas o incluso ofrecerte muestras de los productos. Todo ello te hará comprar más.
La novedad y la variedad son características esenciales para que el sistema de recompensa se siga activando continuamente y no se aburra con las viejas recompensas conocidas.
A pesar de que vivimos en un mundo diseñado para activar nuestros deseos, darte cuenta de los agentes influyentes del mercado puede otorgarte mayor autocontrol.
Haz Que Tus Impulsos Jueguen A Tu Favor
A la gran mayoría de personas nos gusta sentir nuestros deseos, nos gusta fantasear e imaginar que algún día poseeremos el coche, la casa o la piscina de nuestros sueños. Esto quizás nos hace sentir vivos, nos inspira a ser mejores para conseguir algo grande y valioso.
Puede que si lográramos anular el efecto de la dopamina, nuestra vida se quedaría seca, áspera, vacía de anhelos, ambiciones y superación. Un mundo, a mi parecer, nada apetecible.
Como hemos visto, la dopamina es la hormona de la motivación. La encargada de hacer que demos un salto de la silla para perseguir nuestros sueños y abrazar la tan ansiada recompensa.
Aunque, a veces, la dopamina no juegue a nuestro favor puede ser una aliada muy poderosa si sabemos cómo aprovechar sus energizantes cualidades.
¿Te gustaría descubrir cómo hacerlo?
¿Cómo embriagarse de dopamina y aumentar tu autocontrol?
Si explotamos hábilmente la dopamina seremos capaces de incrementar nuestro autocontrol y motivarnos sustancialmente hacia nuestras metas. Podemos hacer que una tarea engorrosa se convierta en una actividad entretenida poniendo en práctica los siguientes consejos:
- Añadiendo una recompensa final a cualquier actividad. Cuanto más suculenta y golosa sea la gratificación final, mayor será nuestra motivación.
- Fantasear con lo bien, lo relajado y lo fantástico/a que te sentirás una vez hayas terminado la tarea.
- Endulzar el proceso de realización de la tarea añadiendo un ingrediente agradable. Por ejemplo, escuchar música, tomarte tu café preferido, colocando papeletas rasca y gana…
- Visualizando el mejor resultado posible de tu trabajo duro para que la recompensa parezca lo más cercana y real posible.
Posibles Efectos Secundarios
No todos los efectos de la dopamina son beneficiosos, puede tener un lado oscuro.
La promesa de recompensa puede ser tan deliciosa como estresante. El deseo por lograr nuestro sueño puede también llegar a hacerte sufrir. Perseguir la felicidad es la función esencial de la dopamina aunque el camino y la búsqueda de la misma no nos haga sentir bien.
Quizás nadie te lo haya dicho antes pero la persecución de tus sueños, deseos, aspiraciones y metas es un arma de doble filo. Por un lado, te va hacer sentir magníficamente y por el otro, puede que experimentes algo de ansiedad o estrés.

Cuando la promesa de recompensa se ha establecido correctamente, las neuronas liberan gran cantidad de dopamina generando sensaciones de placer y motivación a la acción. En el mismo momento en el que ciertas regiones del cerebro está en inundadas de dopamina, te sientes cargado energía, ilusionado y totalmente preparado para enfrentarte a la vida y lograr tus propósitos.
Del mismo modo, el cerebro también libera hormonas del estrés que conseguirán o que harán que te angusties mientras esperas el objeto de tu deseo. Así, lo que anhelas se convierte en algo vital para sobrevivir haciendo depender tu vida y bienestar de su consecución.
El objeto de nuestro deseo nos produce tanto placer anticipatorio como estrés.
Los seres humanos confundimos la promesa de recompensa de cualquier premio deseado con la sensación de felicidad.
Por tanto, paradójicamente, se podría decir que lo que hace felices a las personas es el acto de perseguir sueños desafiantes constantemente.
La promesa de recompensa es tan poderosa que puede que sigas persiguiendo cosas que no te hagan feliz y consumiendo otras que te causen más sufrimiento que satisfacción. Como la búsqueda de recompensa es el objetivo fundamental de la dopamina, probablemente nunca recibas la señal de “Stop”. Ni siquiera cuando la experiencia no esté a la altura de lo que esperabas.
Para ser consciente de que tu anhelo desmedido puede llegar a perjudicarte, debes observar atentamente la experiencia que obtienes de tus falsas recompensas. Así, puede que estas dejen de cautivarte. Cuando te obligas a sopesar lo que esperas de la recompensa (felicidad, satisfacción, diversión, menos estrés…) con lo que de verdad estás experimentando, acabarás siendo más realista en tus expectativas.
Una Vida Sin Sentido
Puede que una vida llena de deseos, ambiciones y sueños sea una existencia llena de estrés, ilusiones no cumplidas y expectativas desmedidas. Aun así, siempre será mejor que una vida sin anhelos ni aspiraciones porque una vida en la que se ha perdido la fantasía por ser cada día mejor persona y conseguir algo más es una vida gris, aburrida, plana y sin sentido.

Esto último no es que lo diga yo porque me guste filosofar o cantarle a las sirenas (que también jaja). Se han dado casos de personas que han perdido el deseo porque su sistema de recompensa ha dejado de funcionar como consecuencia de un accidente. El resultado son personas cuya energía física y capacidad de concentración disminuye hasta casi desaparecer y tienden a aislarse socialmente[1].
El término psicológico es “anhedonia” que significa “sin placer”. Los las personas que sufren esta enfermedad describen la vida como una serie de hábitos de los que no esperaba ninguna satisfacción. A pesar de que coman, realicen compras y lleven una vida social o incluso sexual normal, no se sienten ilusionados por el placer que produce realizar estas actividades. Por ello, tienden a desmotivarse. Les cuesta levantarse de la cama y pierden las ganas de vivir.
Parece ser que cuando el sistema de recompensa no se activa, el resultado no es una satisfacción plena si no la apatía. Los científicos han percibido que la actividad del cerebro de una persona deprimida suele mostrar un sistema de recompensa no activo aunque se le presente una recompensa inmediata. Algunas personas deprimidas padecen esta pérdida de deseo y motivación.
Por tanto, parece que lo más coherente es pensar que las personas más motivadas, activas y originales son aquellas que tienen el sistema de recompensa totalmente activo y persiguen sus sueños y deseos a pesar de los obstáculos.
Me atrevería decir que las personas más felices son aquellas que están dispuestas a levantarse una vez más a pesar de las caídas que puedan sufrir y las desilusiones. Como hemos visto en el artículo, la mayoría de personas no distinguimos entre la recompensa anhelada o deseada que deviene de imaginar que podemos conseguir algo y la felicidad plena y verdadera.
Conclusión
La promesa de recompensa no garantiza la felicidad. Sin embargo, la falta de promesa de recompensa sí que determina la infelicidad. Por ello, necesitamos la promesa de recompensa para seguir interesados e involucrados en la vida. Con suerte, nuestros deseos y aspiraciones seguirán motivándonos a vivir activamente.

Para poder controlarnos debemos distinguir entre las recompensas reales que dan sentido a nuestras vidas y las falsas que nos mantienen distraídos y pedidos en malos hábitos. Aprender a hacer esta distinción es la solución para tener una vida dotada de significado. También te permitirá tomar mejores decisiones y aumentar tu autocontrol cuando te involucres en un largo proceso por conseguir algo que pueda merecer o no la pena.
Pie De Página
[1] En el libro se cuenta el caso de Adams. Un adicto al alcohol, la cocaína y el éxtasis que sufre una casi letal caída de tensión arterial y falta de oxígeno por ingerir velozmente muchas drogas para que la policía no lo pillara con sustancias ilegales. Después del incidente, Adam se recupera en el hospital habiendo perdido el deseo. Esto mermó su energía física, su capacidad de concentración y le hizo aislarse cada vez más del resto de personas.
Bibliografía

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